La familia Ríos no era del pueblo pero, igual, eran de la
misma provincia, de un pueblo cercano con el que nos unían lazos de política,
religión y familiares; al fin y al cabo en esta región de la patria los
matrimonios entre miembros consanguíneos no es nada raro, por esto, tal vez,
hay tanto tarado por todas partes, degeneración genética dije una vez y casi me
linchan, me replicaron que eso son castigos de mi Dios por algún pecado mortal
de alguno de sus miembros.
En muchas ocasiones tuve que callar lo que pensaba para
evitar represalias. En este bendito pueblo las bromas están a la orden del día
pero, lo malo es que a nadie le gusta que le hagan bromas. Los chistosos del
pueblo viven poniendo apodos criticando, inventando chismes, romances, se
burlan de la manera de caminar, de los defectos físicos, de los ancianos, de
los niños, en fin, de todo lo divino y lo humano porque hasta del cura y los
santos se burlan…. Y, ay de aquel que se atreva a ponerles apodos o hacer la
mínima burla.
A aquel que diga algo en su contra le llueven maldiciones del
cielo y tierra desde donde menos se espera. Recuerdo que una vez un cura desde
el púlpito se refirió a los muchachones del pueblo y los trató de haraganes,
sinvergüenzas, malhablados, vagos, atenidos y otras linduras. Pues los tales
por cuales una noche embadurnaron todo el frente de la casa cural con mierda de
vaca y de cristiano. Nunca nadie se pudo explicar de dónde sacaron tanta
porquería. Cuando la autoridad los llamó a interrogatorio negaron con patas y
manos, pero pasado el tiempo y cuando ya trasladaron al cura por ofensas contra
las familias principales los malditos confesaron su fechoría en medio de risas
y carcajadas.
¿Y esto qué tiene que ver con Moisés Ríos? Pues que este
pobre hombre era el Pues
que este pobre hombre era el hazmerreír de los desocupados y fue el que prestó
la carretilla para cargar la boñiga y los excrementos, es más, el se encargó de
transportar la mierda a su destino a cambio de 30 monedas; para colmo de sus
males a este pobre hombre los ruines del pueblo le achacaron la culpa de la
decoración de la casa del cura y para escarmentar lo metieron en un canasto que
sellaron y lo tiraron al río. Para su fortuna el mal llamado río de mi pueblo
no tiene agua ni para ahogar un gato, otra de las costumbres graciosas de los
sinvergüenzas, matar por ahogo los gatitos recién nacidos.
Y, como el Moisés de la Biblia, algunas almas caritativas
fueron hasta el río y sacaron la canasta, desamarraron a Moisés y desde aquel
día lo llamaron "salvado de las aguas" igual que el significado del
patriarca bíblico.
Edgar Tarazona Angel
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