domingo, 1 de noviembre de 2015

LA AREPA NUESTRA DE CADA DIA



El Padre Nuestro nos dice “…el pan nuestro de cada día dánoslo hoy…” y eso repetido a diario me puso a pensar que tanto se acomoda a la realidad católica de América, por no decir del mundo, en nuestro continente Dios, o la naturaleza, instalaron esa planta mágica llamada maíz que se da en todos los climas y en las tres Américas, y que aportó una parte considerable de la alimentación de nuestros antepasados; y, a pesar de los años, sigue siendo prioritaria en nuestros países latinoamericanos y en especial el sector rural por la facilidad de que las familias campesinas pueden prepararlas sin hornos ni levadura ni otros ingredientes que si necesita el pan.
Con la masa del maíz se preparan las deliciosas arepas que vienen en múltiples presentaciones y sabores: con sal, sin sal, con queso, rellenas, grandes, pequeñas, aplanadas, redondas… en fin, para los gustos de todos los paladares en cada país y regiones; puede cambiar el nombre pero no la materia prima, en México, por ejemplo se llaman tortillas y hacen parte del menú diario; y en Colombia no se diga, cada región tiene su propia variedad de arepas que en algunas partes sobrepasan el consumo del desabrido pan. Aclaro que me encanta el pan pero prefiero la arepa.
Puede sonar a herejía pero, para mí  como católico y latinoamericano, en la oración debería cambiarse la palabra pan por arepa. Al principio puede sonar un poco raro pero el común de los habitantes de estas tierras se sentiría más identificada al rezar: “…la arepa nuestra de cada día dánosla hoy…” Es solo una idea pero la voy a transmitir a Francisco, nuestro papa latino, que está tan predispuesto a escuchar propuestas que lleven más fieles a los templos. Mañana lo llamo y le comento a ver qué me dice.


Edgar Tarazona Angel

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