martes, 16 de febrero de 2016

LAS TABLAS DE LA LEY



En el pueblo de estas historias llamábamos la ley a la policía. Por la época de mis vivencias solo eran cuatro o cinco uniformados y bastaban para mantener el orden en la población; lo único que alteraba la tranquilidad eran riñas de borrachos los días de mercados con heridos por armas blancas o física botella. El otro delito que ameritaba la presencia de la fuerza pública era el abigeato.
Hoy poco se escucha esta palabra y significa que alguien roba del corral ajeno algún animal, ya se trate de gallinas, pavos, cerdos, ovejas o ganado mayor como vacas o caballos. Casi siempre los abigeos eran campesinos pobres que llevados por la necesidad hurtaban de algún vecino una gallina para echar al sancocho; pero también llegaban de otros lugares ladrones más codiciosos que llegaban en las noches con un camión y subían cuantas reses podían del potrero de un rico del pueblo.
Pero este no es el tema. Son las tablas de la ley, y no me refiero a las que entregó Dios a Moisés en el monte Sinaí, para nada, me refiero a unas tablas de verdad, de madera. Consistían en unos listones de un metro de largo por seis o siete centímetros de ancho, en buena madera, que tenían los policías y cumplían una misión castigadora. Borracho escandaloso o que golpeara a su mujer o, en muchos casos, se resistiera a la detención por parte de los uniformados era llevado a la comisaría, lo ponían en cuatro patas y le aplicaban tantos tablazos según dijera el comandante y dependían del estado de ánimo de este uniformado.

Las tablas de la ley hicieron historia y en la iglesia, cuando el sacerdote, en uno de sus sermones recordaba el pasaje bíblico, todos los feligreses reían por lo bajo con disimulo. Una vez alguien soltó una sonora carcajada y el cura le mandó aplicar el castigo de las tablas.

lunes, 15 de febrero de 2016

ELIAS Y EL CARRO DE FUEGO


Como siempre, advierto que los personajes están basados en personas reales  de un pueblo que también existe y donde pasé mis primeros diez años de vida. Lo digo porque algunos lectores piensan que me burlo del libro sagrado pero es una coincidencia; en dicho pueblo, muy católico por cierto, la mayoría de sus habitantes tenían nombres bíblicos… o, por alguna razón anecdótica, los apodaban con nombres del libro sagrado; es el caso de Judas, Caín, Barrabás y otros.
Don Elías carrillo ganaba su diario vivir conduciendo un camioncito y transportando los productos de la agricultura pueblerina hasta la capital. Por supuesto que también lo ocupaban para los trasteos y los paseos de olla. En el bendito poblado estaban pendientes de cualquier circunstancia para acomodarla a un pasaje de la Biblia y eso mismo ocurrió con don Elías.
Para colmo el mejor amigo de este señor se llamaba Eliseo, lo mismo que en Reyes 2 (1,12), lean muchachos para que vean que no digo mentiras. Uno de tantos días llevaron un viaje de legumbres a la capital y, de regreso al pueblo, se estrellaron contra unos burros sin dueño que correteaban por la carretera. Parecido al pasaje bíblico Elías se fue en llamas con burros y todo pero su compadre Eliseo se salvó para contar la historia. Aseguro que todo esto es la purita verdad.

miércoles, 10 de febrero de 2016

LA DIRECCIÓN DEL PARAISO TERRENAL



Llamado también El Jardín del Edén, fue el lugar que escogió el Creador como ubicación de Adán y Eva. Desde que tengo memoria me dicen que es un misterio el lugar donde estaba ubicado este hermoso paraíso y, como soy muy curioso, me dediqué a buscar en libros y otras fuentes. Encontré variadas respuestas, algunas contradictorias, pero ninguna me ubicara en el punto exacto, hasta García Márquez dijo una vez que La Sabana de Bogotá era el paraíso primigenio y yo aclaro que eso debió ser hace muchos años porque ahora esa hermosa planicie está llena de invernaderos de los cultivos de flores y, desde el avión, se ve como un inmenso espejo horrible.
Regresando al tema, decidí buscar donde debía empezar o sea la Sagrada Biblia y, qué sorpresa, allí está la dirección del Edén en Génesis, capítulo 2, versículos10 al 15 y dice así: “En Edén nacía un rio que regaba el jardín, y que de allí se dividía en cuatro. El primero se llamaba Pisón, que es el que da vuelta por toda la región de Havila, donde hay oro. El oro de esta región es fino, y también hay resina fina y piedra de Ónice. El segundo rio se llama Gihón, y es el que da vuelta por toda la región de Cus. El tercero es el rio Tigris, que es el que pasa al oriente de Asiria. Y el cuarto era el rio Éufrates.”
Recuerden que la Mesopotamia estaba entre estos dos últimos ríos. Es posible que, con el correr de los siglos los otros nombres hayan cambiado pero, para los que aun conservan la duda del lugar donde estaba el paraíso terrenal, ahí les dejo la dirección exacta.

Como la mayoría de seres humanos aman su tierra natal o su patria, todos se pelean el honor de haber nacido en el paraíso terrenal. Aquí les doy la respuesta del verdadero Paraiso y si lo dudan abran la Biblia y lo comprueban.